Existen muchas posibles respuestas a esta pregunta, apa­rentemente tan simple. En cualquier caso, todas coincidi­rán en un punto importante: la necesidad de crear. Se trata de un fenómeno difícil de explicar, en el que conviven el placer de resolver los problemas que se plantean y de ver la obra terminada, con la angustia que suelen causar las muchas horas en las que no se llega al resultado deseado.

En mi opinión, el mejor remedio para sobrellevar esta sensación es tratar el acto de crear con la misma frialdad que éste parece tratarnos. La creatividad, en mi caso, forma parte de mi trabajo y la disfruto como un regalo; por ello, trato de no darle más trascendencia de la que tiene en realidad. Por otra parte, uno puede inclinarse por «recrear», es decir, por perfeccionar y matizar concep­tos ya existentes otorgándoles un estilo personal, o bien por innovar, por crear algo realmente nuevo. Cada crea­dor 0pta, naturalmente, por lo que más se adecue a sus objetivos y a sus posibilidades.

En ocasiones, la opinión que los cocineros creativos despiertan en muchas personas conlleva una interpreta­ción errónea de lo que representa la innovación. Con fre­cuencia se cree que los cocineros creativos «sofistican sus platos porque no saben cocinar en un estilo clásico y tradicional. Por lo que a mi respecta, antes de dedicarme a la cocina creativa aprendí y cociné la mayoría de platos clásicos y. de hecho, aunque en la actualidad rara vez me dediqué a ello, las personas que han probado mis prepa­raciones «tradicionales» me han sugerido que, paralela­mente a mi actividad en El Bulli. podría abrir un restaurante de este tipo; es una posibilidad que no des­carto. Mi caso no es único: La gran mayoría de los coci­neros creativos dominan casi todas las técnicas de cocina. Crean, pues. por necesidad.

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